sábado, 8 de enero de 2011

9


Querida Camille:


Tu carta me llena de desasosiego, ni se te ocurra la sola idea de confiar en Claire... por la manera en que la describes, por su cercanía contigo y con Lucien sobre todo.... no pienso nada bueno de ella. Sé que estoy muy lejos, que mis palabras no tienen fundamento alguno, pero no me gusta que de repente sea tan cercana ¡Qué descarado el de Lucien! Animarse a salir tanto, coincidiendo siempre con que ella también sale. ¡No me gusta Camille! Ten mucho cuidado mi querida amiga.


¡Cosette! ¡La viste! Adoro a esa mujer, su porte, su vanidad, su seguridad en sí misma.... la he envidiado muchísimas veces. ¿Hablaste con ella al terminar la función? dicen que está medio liada con un caballero inglés. ¡No te lo dije! ¡Con el embrollo de mi marcha se me olvidó contarte un cotilleo de última hora! Antes de marcharme, una de las criadas, conocedora de mi admiración por Cosette, me comentó que su hermano servía en la casa de ese inglés y que ella era muy temperamental. Al parecer hubo una discusión muy acalorada. No puedo evitar sonreír al imaginarla, a ella, que tantas veces nos ha hecho derramar lágrimas en el teatro.


Con respecto a las manos de Julien y las tuyas, mi sentido me llama a reprenderte alarmantemente ¡Cómo es posible! Dejar que ese hombre te estreche las mano ¡Y con fervor! ¡Camille! ¡Eres una mujer casada!


Sin embargo, mi corazón me dice que te dejes llevar, te siento tan alegre cuando hablas de él que no me importaría que fuera más impetuoso y te sacara de ese lugar dónde Lucien te tiene encerrada. Sí, sé que no debería decirlo, pero querida mía, mi querida amiga... mereces más.... mereces vivir... ¡Vive!


Sobre mis momentos apasionados, no padezcas querida, no han vuelto a pasar ningún momento de alcoba, Otso ha vuelto a ser el mismo silencioso y soso de siempre, solamente nos vemos cuando está padre delante, y rara vez me dirige la palabra. Las pocas veces que estamos asolas es un hombre completamente diferente. Creo que se siente cohibido por la presencia de Padre.


A mí tampoco me gusta que me llame Diosa de los muertos, o algo semejante, pero ese tono, ese momento... creo que en ese momento sentí algo de amor, o fervor, no consigo diferenciarlos con esa mirada siempre clavada en mi cuerpo.
¡Decírselo a mi padre! ¿Explicarle que muy avanzada la noche, terminé en su alcoba? ¡Dios mío! Imposible Camille, no podría decírselo, se me caería la cara de vergüenza, me sonrojo cada vez que me recuerdo allí dentro.


Así que tengo pensamientos pecaminosos, no puedo evitar reírme, quizás sí, quizás mis pensamientos sean más pecaminosos que los de Otso. Sin embargo su comportamiento me resulta excitante, tan vasto, tan primitivo y tan parco en palabras.


Ayer lo convencí para que nos acercáramos a la ciudad más cercana y buscar un vestido para mí.


Me dijo: - No puedo servirte de mucha ayuda, mi madre falleció prematuramente, carezco de hermanas  - algo que yo ya sabía porque Padre me contó un poco su historia antes de llegar al castillo - las preferencias femeninas me son muy lejanas.


Le respondí que necesitaba saber qué opinaba mi futuro esposo de mis gustos. Creo que estaba flirteando en aquel momento, aunque no fui consciente de ellos (te lo prometo, sabes que o soy ninguna fresca) él sonrió y asintió. ¡Camille! tiene una hermosa sonrisa, con dos hoyuelos perfectos. No la había visto aún.


Padre se quedó y fuimos ambos, a solas, a buscar unos vestidos adecuados a éste clima ¡Y zapatos! ¡Sabes cuánto adoro los zapatos!


¡Voy a intentar trascribirte todo lo que pasó en ese carruaje! Aun a riesgo de resultar pesada y extensa. ¡Necesito contártelo!


- Van a venir muchos de mis familiares, así que creo que tendrás que utilizar mi nombre, ese nombre que no sé si recuerdas y que es el mío. – Le dije rompiendo el silencio de los primeros minutos de viaje.


- Lo recuerdo perfectamente.


- Dilo.


- No.


- ¿Tan feo te resulta mi nombre?


- Tu nombre no es ese. Ya te expliqué por qué ¿Lo recuerdas? - y sus ojos, de nuevo, palpitándome.


- Lo recuerdo. - Sentí calor en mis mejillas, sentí el sonrojo por todo mi rostro.
Después de un largo e intenso silencio me susurró de nuevo.


- Está bien, sólo por unos días, te llamaré como quieras. Pero no volveré a pronunciar ese nombre. ¿Satisfecha?
- No lo sé. – Aunque aquella respuesta no era por su pregunta sino por éste matojo de situaciones en las que me siento muy confusa.


Me miró, creo que me miró como si me quisiera, no sabría cómo explicártelo… me miró… como se mira a alguien que amas. Me tomó de la mano (mi mano desnuda, mi mano fría, mi mano sin guante alguno) y se acercó a mí, como la otra noche, sin siquiera pensarlo.


- Tuonella no te preocupes, todo saldrá bien… es sólo que… siempre he estado solo… y no me acostumbro a ver algo tan hermoso tan cerca de mí.


Me besó, yo no quería mirarlo cuando me susurraba todo aquello, no quería, pero su mano…y entonces me besó y ahora me sonrojo, porque creo que no te gustará, pero necesitaba contarte, hacerte partícipe de ese momento tan extraño para mí. Sus labios, carnosos y tibios entre los míos, una y otra vez hasta que llegamos a la ciudad. Estoy asustada.


Con cariño:






Arianne






P. D: Los preparativos de la boda van muy bien, he invitado a todos los que he podido, quiero que vean mi castillo y presumir, aunque sea una vez. ¿Puedo ser vanidosa al menos una vez? No quiero contarte nada más ¡prefiero sorprenderte!


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A continuación la aparecía de los personajes que aparecen en la historia:

Otso

Otso
(Eicca Toppinen)
Con la tecnología de Blogger.

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