domingo, 4 de septiembre de 2011

Historia - 15ª parte


Arianne se descalza y con los pies desnudos cruza los pasillos del castillo que ya conoce como la palma de su mano. Una tras otra las fuertes puertas de madera se deslizan sus ojos y se pierden tras ella.

Ha llegado, a la puerta anterior a la suya, la puerta de aquella alcoba que vio fugazmente; entreabre la puerta lo suficiente para asomar sus ojos en la estancia y comprobar que no hay nadie en la cama. La luna llena, y el gran ventanal, muestran una cama con las sábanas desechas y vacías. Entra en la habitación, alza su mano, con la vela en alto para alumbrar los rincones del lugar. No, ahí no hay nadie.

Cabizbaja, pensativa y desilusionada, con la sonrisa de su rostro emborronada, entra en su cuarto y apaga la vela. La deja en el tocador y se dirige a una cama que no está vacía. Otso, sus ojos cerrados y una leve sonrisa dibujada en sus labios. Se queda un rato de pié, mirándolo, sin atreverse siquiera a respirar, siente el calor en sus mejillas ante la idea de entrar en la cama con él, y por un momento, quiere ir al cuarto de Otso, dónde hay una cama vacía, y dormir en él.
En esos pensamientos está cuando Otso se levanta y la coge de ambas muñecas, tira de ella hasta tenerla metida en la cama.

- Tuon... Arianne - resopla irritado por ese centenar de veces en las que ha tenido que rectificar el nombre - Tienes los pies helados. ¿Acaso has cruzado el castillo descalza con éste frío?

A ella le cuesta hablar, siente las manos de Otso en la parte baja de su espalda.

- Sí... eh.... bueno... - incluso le cuesta pensar - he ido a ver a Camille. Por eso he tardado tanto en llegar... - rojo fuego en sendas mejillas - Tu has... ¿Has estado esperando mucho rato?

Él sonríe ante la tierna reacción de ella.

- Me temo que desde que te has ido.

- ¿Y... bueno... que....?

- Hemos hecho un trato, pero... en él no dice nada de dormir. Quería dormir contigo, Tuon... - Gruñe, se niega a rectificar ésta vez.

- Ya veo como cumples tú los tratos, todos me preguntaban qué era eso que decías antes de llamarme.

Ella frunce el ceño y se aparta un poco de él, ocupando así la mitad de la cama que le corresponde. Él se acerca, serio, todo él, cálido, tan cálido como siempre... la besa, besa su labio inferior, una y otra vez, y en ella cada vez hay más ímpetu.

- Creo, que de éste trato, no voy a poder cumplir ni una parte.

Y ésta vez es ella la que imprime el primer beso fogoso en los labios de Otso, es ella la que toca su espalda, su cuello, su mentón. Ya no encuentra restricciones, él es suyo, ya no hay temor, ya no hay preocupaciones, ya no tiene que medir cada una de sus palabras, ni cada una de sus acciones.

-
Tuonella, si sigues así, no podré cump...

Muerde el labio inferior de Otso, lo muerde con más fuerza de la debida. Pero él ni siquiera protesta, simplemente se ríe. Esa fue la primera risa de Otso que escuchó.

- oh, ¡Cállate! No quiero que lo cumplas, tonto.

…..

Sale el sol, y colándose por el ventanal los encontró desnudos dentro de la cama. Ella abrió enseguida los ojos, como siempre había hecho, para recibirlo.

Se abrazó a él, a su espalda, a todo él que aún permanecía tan tranquilamente dormido a su lado, igualmente denudo.

- Otso… Otso… Despierta… ha salido el sol, te encontrarán aquí.

- ¿Y qué? Eres mi mujer… - refunfuña, - no hemos hecho nada malo.

- ¿Quieres que mi madre empiece a preguntarnos cuándo me quedaré embarazada? ¿Cuántos hijos tendremos? ¿Qué nombres les pondremos? Y, lo más importante ¿Dónde se criarán?

Él abre los ojos de súbito, se levanta, sale de la cama y empieza a buscar algo de su ropa.

- Se marcha hoy ¿Verdad? – protesta, mientras desnudo recoge su ropa.

Ella lo mira, atenta, curiosa, observa la desnudez de Otso, tan extraña y a la vez tan atractiva. Él se da cuenta pero no dice nada, se lo guarda para otra ocasión.

- ¡Espera! Debes escribir a Julien sin falta, Camille se quedará, y dado que ella no puede hacer un viaje de vuelta a París tan largo y tan sola, tendrás que escribir a Julien y pedirle que venga a buscarla, tú eres un hombre, sabrás cómo decírselo. – Otso asiente complacido segundos antes de desaparecer tras la puerta.


Una hora después, cuando Arianne baja con una gran sonrisa en sus labios, encuentra a Camille desayunando, como no podía ser de otro modo, a primera hora de la mañana, puntual y perfecta, con un vestido precioso.

Todavía no hay nadie más desayunando solamente se encuentran las dos amigas, que cómplices, se sonríen mutuamente. La una sentada al lado de la otra.



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A continuación la aparecía de los personajes que aparecen en la historia:

Otso

Otso
(Eicca Toppinen)
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    Hace 7 años
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