martes, 22 de febrero de 2011

Historia - 1ª parte


Corre, con su vestido color marfil repleto de encajes, el cancán, incluso con la corona de flores y su largo velo. Recorre el inmenso castillo, levantando su falda para no tropezar, dejando ver unas botas largas y abotonadas. Corre con unos guantes blancos que le llegan casi hasta los hombros. El recogido del pelo se ha deshecho por el camino y su pelo rojo ondea bajo la corona. Alegre, con ilusión, recorre el pasillo final, busca la habitación dónde ha quedado alojada Camille; esperando que no se haya incorporado a la mayoría de invitados que se acumulan en la sala de los espejos, beben té y bailan.

Al fin su madre la ha dejado tranquila y ha marchado a por un poco de té y pastas, el vestido esta perfecto para mañana.

Arianne sube las escaleras, siente el corsé opresivo y atroz, tan ajustado como hacía tiempo que no lo estaba… mamá y su forma pendenciera de ajustar el corsé. Por un momento su respiración vuela más rápido que ella y se marea, se tiene un momento, se apoya en la pared pero el entusiasmo puede más que su cuerpo y enseguida prosigue.

Desearía encontrar a Otso por el camino, no lo ha visto desde ésta mañana y siente la extraña e imperiosa necesidad de verlo. Pero no podría, no vestida de novia.

Llega, ya llega, la última puerta de madera, ahí está Camille, lo recuerda perfectamente, la alcoba especialmente escogida tras días y días vagando por el castillo. La encuentra mirando por la ventana ensimismada y no puede reprimir la idea de abrazarla y besarle las mejillas, la frente, los ojos, la nariz. La euforia de la boda, de los besos de Otso, de la gente y de ser el centro de atención la ha afectado demasiado; así como también el pensamiento y la seguridad de que jamás habían pasado tanto tiempo sin verse.

- ¡Camille! Perdóname, por favor, no he podido escapar de las garras de mi madre hasta ahora, tampoco de la recepción a todos los invitados. ¿De verdad lo ves tan hermoso? ¡Sí lo es! ¿Verdad?

Sonríe, y cuando iba a proseguir llaman a la puerta:

- ¡Arianne! ¡Niña! ¡No entiendo tu comportamiento! ¡Cómo puedes corretear por la casa así! ¡Tu tía te ha visto desde uno de los pasillos y ha venido a contármelo! ¡Imperdonable tu comportamiento! ¡Qué pasará si tu futuro esposo te descubre! ¡Así!

- Madre, por dios santo, déjeme hablar con Camille ¡No puede ser tan injusta!

- ¡Cómo osas hablarme así jovencita! ¡Qué paciencia deberá tener ese hombre contigo! ¡Con semejante comportamiento indigno de una dama! ¡Arianne! ¡Compórtate como es debido!

- Madre, me esta agobiando.

- ¿Qué pasa si se rehúsa del matrimonio? ¡Eh! ¡Te quedarás sola! ¡Sin dinero! ¡Deshonrada!

- No lo hará créeme. - Una media sonrisa asoma por los atrevidos e indecorosos labios de Arianne ¿Cómo ha podido decirlo así? ¡Descarada! Pero ahora ya no hay marcha atrás, lo ha dicho.

Su madre la mira, notablemente enfadada, y prosigue con ese tono de voz estridente digno de sus enfados más feroces:

- ¡Ya me lo ha dicho tu primo! En la recepción de los invitados, cogiendo de la mano a tu futuro esposo, del brazo, del hombro ¡Incluso lo has abrazado! ¿Así te he enseñado yo a comportarte? ¿Cómo una mujer vulgar?

Su madre, la exageración de sus palabras y sobre todo la crueldad de sus ojos, borran la sonrisa de Arianne, que se torna una especie de mueca.

- Me marcho, te dejaré un rato con Camille que, espero, te haga entrar en razón y recordar los buenos modales franceses. Espero, por tu bien, que tengas aquí algún vestido con el que salir, no vuelvas a tocar se vestido hasta mañana por la mañana.

Y sin volver a mirarla... salió por la puerta, con las lágrimas a punto de salir despavoridas por sus ojos.

Arianne ya no está feliz sino confusa, si odia a ese hombre, estará mal, si lo ama también. Su corazón inocente y joven apenas entiende la situación en la que se encuentra, mira a Camille, notablemente avergonzada por la escena de su madre y susurra una disculpa.


miércoles, 16 de febrero de 2011

NOTA 2


Ella toma el sobre, lo abre con cuidado y lee la nota; sonríe varias veces y mueve la cabeza en señal de asentimiento, no está segura de que la criada hable francés o entienda sus palabras.

Se acomoda en el escritorio junto a una ventana grande y espaciosa, abre el primer cajón y encuentra, satisfecha, tinta y papel y unos sobres, y sonríe de nuevo.

Sin esperar más comienza a escribir:


Meticulosamente, coloca el papel dentro del sobre y se lo entrega a la criada.
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A continuación la aparecía de los personajes que aparecen en la historia:

Otso

Otso
(Eicca Toppinen)
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